La mucosa de los cornetes secreta o produce moco, al igual que el resto de las estructuras cubiertas por ella en la nariz. El moco es un elemento vital para este órgano respiratorio. Se dice que un adulto normal de 70 Kg. llega a producir aprox. unos 750 C.C. de moco en el transcurso de 24 horas. Casi un litro que en forma imperceptible pasa al tubo digestivo.
Lo normal es que con el movimiento ciliar, producido por el epitelio cilíndrico vibrátil de la mucosa, el moco vaya desplazándose léntamente hacia el estómago, cumpliendo así con su ciclo de trabajo.
Podemos imaginar este fenómeno comparándolo con un sembradío de trigo movido por el viento en un campo. En el caso de la mucosa nasal, el movimiento ciliar se hace de forma muy lenta hacia adelante y más rápida hacia atrás.
El moco, que humecta y mejora la temperatura del aire que respiramos, cumple también otras funciones de protección para nuestro organismo. Funciones que se catalogan como físicas y químicas.
De las últimas, destaca la que realiza la mucina, poderosa enzima componente del moco que destruye bacterias y otras sustancias extrañas que impregnan el aire que respiramos.
Pero el moco también cumple funciones de protección al organismo conocidas como de tipo físicas o mecánicas. Por su carácater viscoso, el moco nasal es capaz de atrapar partículas un poco mayores que se adhieren al mismo, para inmovilizarlas y evitar que ingresen al árbol respiratorio. Estas partículas pasan luego al interior del estómago donde serán finalmente destruidas, fagocitadas o excretadas.